Policías muestran su apoyo y cariño a un héroe de azul que estuvo a punto de morir en el cumplimiento del deber

Fue un 1 de mayo del 2007 cuando la vida de Antonio Monterrey Potoy cambió radicalmente, tras resultar herido de bala durante un enfrentamiento con una banda de asaltantes, quienes le destrozaron su columna vertebral, dejándolo en silla de ruedas para el resto de su vida.

Aunque ya está pensionado y alejado del quehacer policial, su corazón sigue siendo tan azul como el uniforme que por muchos años vistió con tanta valentía, orgullo y dignidad.

Sus excompañeros de la Fuerza Pública de Upala jamás lo han olvidado, en especial el actual jefe cantonal de Upala, el subintendente Alexis Núñez, quien este 1 de mayo lo visitó junto con otros compañeros, los cuales le expresaron su aprecio y respeto por lo que su valiente ejemplo significa para las nuevas y también anteriores generaciones de policías.

Núñez indicó que, además de tomarse un café, aprovecharon para recordar los viejos tiempos, cuando ambos se desempeñaban como comandos de una unidad de montaña que patrullaba la frontera norte.

Este 1 de mayo, los policías de Upala le demostraron a Antonio, una vez más, que la Fuerza Pública es una familia, tal y como se se lo expresaron años atrás cuando permaneció hospitalizado y ellos estuvieron a su lado apoyándolo.

Ese 1 de mayo del 2007, el oficial Monterrey acudió, junto con otro compañero, a atender una alerta ante un asalto que estaba ocurriendo en las instalaciones del Colegio de San José de Upala.

Luego de un intercambio de disparos con los delincuentes, los oficiales evitaron que el laboratorio de cómputo del centro educativo fuera saqueado, pero los asaltantes lo impactaron en varias partes de su cuerpo, incluyendo la columna vertebral.

Para evitar que los sujetos se apoderaran de la pistola que tenía asignada, el ingenioso oficial la desarmó, por lo cual los delincuentes encontraron solo las diferentes piezas por separado.

Además de ello, Monterrey tuvo que hacerse el muerto para que los delincuentes no lo remataran cuando lo encontraron herido.

Como una prueba fehaciente de lo que vivió esa madrugada de un 1 de mayo hace 18 años, el valiente expolicía guarda su carné de permiso de portación de armas, el cual fue perforado por una bala que le atravesó también su cédula y su licencia.

Aunque estos 18 años han sido muy difíciles, don Antonio no se arrepiente de haber elegido esta profesión.

Es por ello que con gran orgullo expresó: «Si volviera a nacer volvería a ser policía.»

ESTIMADOS LECTORES: Nuestro mayor reto es hacer sostenible un periodismo independiente, que de voz al pueblo sin conflicto de intereses, apóyanos a seguir impulsando la libertad de expresión.| MEDIA KIT | SUSCRÍBIRSE | INGRESAR