- Un fiscal especializado y una bióloga del MINAE afirmaron que, pese a que ha disminuido, el cautiverio de especies silvestres sigue afectado a muchas especies en el país.
Daniel Quesada Artavia
Ya sea alegando un asunto de costumbre o tradición, o bien como un negocio ilícito, los casos de especies silvestres domesticadas por personas siguen afectando la fauna costarricense, y así lo evidencian noticias recientes, como el decomiso de dos jaguares en Río Cuarto de Alajuela, o la incautación de un ocelote, en Los Chiles.
El fiscal de la Fiscalía Adjunta Agrario Ambiental, Alejandro Alpízar Arrones, y la bióloga de vida silvestre del MINAE, Shirley Ramírez Carvajal, analizaron el tema este lunes en el programa Frecuencia MP y coincidieron en que este fenómeno todavía atenta contra las especies animales del país.
Alpízar recordó que, si bien la tenencia de un animal silvestre se califica como una contravención, está prohibida y tiene una sanción para las personas que lo cometan. «Además, para poder llegar a tener el animal en una casa, alguien lo tuvo que sacar de su hábitat, y eso constituye el delito de cacería; si alguien lo vendió, el delito de comercio; o si alguien lo introdujo desde otro país, el delito es la importación», explicó.
Adicionalmente, el fiscal especializado señaló que en Costa Rica «hay una fuerte actividad de comercio de vida silvestre», tanto de especies que son sacadas del país como un tráfico interno, la cual, destacó, «da pie a otros delitos que son asociados a carteles o grupos organizados, puesto que lleva a lavar activos a legitimar capitales».
Efectos devastadores. Además de las implicaciones penales de este tipo de hechos, la especialista del MINAE destacó que sacar a los animales silvestres de sus hábitats tiene graves consecuencias para ellos y para el ser humano.
«Cuando se les pone en una jaula, por más grande que sea, no pueden expresar sus comportamientos naturales; eso va a provocar que el animal esté en estrés constante, lo cual se manifiesta en cambios en el comportamiento, como sonidos y movimientos repetitivos, entre otros», puntualizó.
Ramírez también afirmó que el cautiverio hace que los animales pierdan muy rápidamente las posibilidades de reincorporarse con normalidad a su hábitat. «Cada animal que se decomisa tiene que ser evaluado técnicamente, se hacen evaluaciones de comportamiento, físicas, médicas y una vez que se supera esto, inicia un proceso de readaptación y rehabilitación, pero es un proceso que puede tardar varios meses o incluso años, en algunos casos», detalló.
La bióloga apuntó que las especies más amenazadas por el cautiverio son las loras, pericos, aves como setilleros, jilgueros o las conocidas como gallitos, además de algunas serpientes.
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