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Constituye uno de los hechos más oscuros y violentos en la historia de Costa Rica.
Ocurrió el 8 de marzo de 2005, hace 18 años cuando tres asaltantes de nacionalidad nicaragüense, entraron al Banco Nacional de Santa Elena, Monteverde, y un oficial de seguridad de ese banco mató a dos de ellos antes de que entraran. El asaltante restante mantuvo secuestrado a las personas que estaban en el banco.
Este hecho dejó como saldo a nueve personas muertas y once heridos.
Al final, de los asaltantes sólo sobrevivió Erlyn Hurtado.
Los 3 hombres, vestidos con lentes de sol y ropa de fatiga, ingresaron al banco.
En ese momento, se dio la alerta del asalto.
Erlyn Hurtado Martínez salió con la última rehén que tuvo en el Banco Nacional de Monteverde
Eduardo Rodríguez Cruz, empleado de seguridad del banco, intercambió disparos con los criminales, pero al comenzar a terminarse sus municiones, se encerró en su módulo de seguridad, y ahí permaneció hasta que concluyó la situación, incluso orinando en su casetilla (según las propias declaraciones de Rodríguez, usó un pañuelo impregnado con orina para taparse la nariz, debido al fuerte olor que despedían los cadáveres).
Desde su casetilla dio muerte a uno de los asaltantes, con uno de los pocos disparos que todavía tenía. Aparentemente, Orlin no sabía de su presencia (ingresó al banco después que sus hermanos), lo cual evitó que muriera (el arma de Erlyn era de un calibre muy superior a la de Rodríguez).1
El asalto concluyó cuando la última rehén, Elizabeth Artavia, lo convenció de entregarse a la policía. Inicialmente, Erlyn se mostró reacio a entregarse («me van a dar 50 años», decía) e incluso llegó a contemplar la posibilidad de suicidarse (escribió una carta de perdón a su esposa), pero tras dialogar con Artavia, cambió de idea.
En dicho suceso murieron 7 rehenes (3 de los cuales fueron rematados, de acuerdo al OIJ -Organismo de Investigación Judicial-), 2 de los 3 asaltantes, y otras 17 personas fueron mantenidas contra su voluntad por 28 horas, lo cual constituye el secuestro y asalto más sangriento en la historia de Costa Rica. Erlyn usó una AK-47.
Al momento de su arresto (tras entregarse a las autoridades), Erlyn negó ser el autor de los crímenes, a pesar de la contundente evidencia en su contra: 17 testigos, sus 2 hermanos y cómplices muertos, y todo el asalto transmitido en vivo por la televisión local.