La leyenda de Juana Pereira y Nuestra Señora de los Ángeles

La leyenda de Juana Pereira y Nuestra Señora de los Ángeles

La Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles se encuentra en el lugar donde, según la tradición, la mulata Juana Pereira encontró la milagrosa imagen de la patrona de Costa Rica

La Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles es un templo católico de la ciudad de Cartago, Costa Rica. Se encuentra en el lugar donde, según la tradición, la mulata Juana Pereira, del barrio marginal conocido como Puebla de los Pardos, encontró en 1635 una imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, a la cual pronto se atribuyeron numerosos milagros.

La leyenda dice que el 2 de agosto de 1635, una joven mulata llamada Juana Pereira, iba a recoger leña como de costumbre y se encontró, en medio del bosque, una pequeña estatua de una muñeca con un bebe en brazos, la Virgen María. Estaba sobre una roca cerca de un manantial, en el lugar llamado la Puebla de los Pardos.

Ella decidió llevársela para su casa, donde la guardo en un cajón envuelta en un paño de tela. Al día siguiente, Juana volvió al sitio del primer hallazgo, se encontró una muñeca de piedra igual a la encontrada el día anterior, hizo lo mismo, se la llevó para su casa, para guardarla junto a la otra, pero cuando llegó a buscarla se dio cuenta que no estaba, así volvió a guardar la imagen encontrada nuevamente, lo mismo sucedió al tercer día, pero esta vez se la llevó al sacerdote de la localidad, Alonso de Sandoval, quien la guardó en una caja, y se olvidó de ella.

Al día siguiente abrió la caja y, para su sorpresa, no estaba. Juana Pereira volvió al lugar de las apariciones y encontró ahí la imagen, así que se la llevó al sacerdote y este la guardó dentro del sagrario.

Al día siguiente abrió el sagrario y no la encontró, por lo que declaró que aquello ere un mensaje de la Virgen, ella deseaba estar en el bosque, sobre la roca, por lo que construyeron un pequeño templo en su honor, donde actualmente se encuentra la Basílica de los Ángeles, y a su alrededor se empezaron a agrupar los pardos.

La pequeña imagen de 20 centímetros fue bautizada con el nombre de Virgen de los Ángeles, porque el 2 de agosto los franciscanos celebran la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles (Getafe). Por esta razón, se tiene la certeza de que el hallazgo ocurrió ese día, pero no así la fecha exacta.

Se estima que fue antes de 1639 aunque algunos dan por un hecho que fue en 1635.

La joven que tuvo el honor de encontrar la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles parece que se perdió en la Historia de Costa Rica.

Se sabe que existió pues los escritos de la época y de la Iglesia lo comprueban, sin embargo, no se le dio seguimiento después del hallazgo de “La Negrita”.

El segundo Arzobispo de San José, Monseñor Víctor Sanabria Martínez, intentó recuperar datos sobre esa mulata.

En sus investigaciones detectó que la mayoría de mujeres de esa zona se llamaban Juana y llevaban por apellido Pereira.

Al no dar con la identidad de esta muchacha la llamó “Juana Pereira” como un homenaje a todas las mulatas que conocieron a la verdadera joven que dio con la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles.

En el sitio donde se construyó inicialmente, la ermita, se fue sustituyendo por templos de mayor solidez y capacidad, especialmente el edificado en 1675. Fue erigido en basílica durante el episcopado de Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente.

El terremoto del 4 de mayo de 1910 arruinó el templo, que fue reemplazado pocos años después por otro de considerables dimensiones, de estilo bizantino.

Se comenzó a construir en 1912. Es el principal centro de peregrinación religiosa de Costa Rica, especialmente con motivo de la festividad de la Virgen de los Ángeles, que se celebra el 2 de agosto.

Miles de personas acuden cada año al centro religioso en lo que se llama una «romería», en agradecimiento o petición de favores. E

n esa fecha y de conformidad con una tradición que data de fines del siglo XVIII, la imagen es trasladada a la catedral de Cartago, ubicada en el centro de la ciudad, donde permanece hasta principios del mes de septiembre, cuando es devuelta a la basílica, con una procesión denominada popularmente la Pasada de la Virgen de los Ángeles. Dicha romería consiste en caminar desde donde uno viva, hasta la Basílica.

El culto a Nuestra Señora de los Ángeles es originario de España, en Getafe, cerca de Madrid, y fue llevado a América por los conquistadores españoles.

La Virgen de los Ángeles fue declarada patrona de Costa Rica y protectora de las Américas por el Papa Juan Pablo II. En dicho país, además, la devoción a la Virgen de los Ángeles tomó rasgos característicos, mezclándose la tradición cristiana-europea con elementos de la cultura indígena y morena.

En 2005 esta imagen fue llevada al Vaticano. El papa Benedicto XVI la bendijo, y la colocaron en la Iglesia de Santa Maria de la Luz, a la que acuden muchos inmigrantes.

Descripción de la Virgen

La composición de la Negrita, se ha dicho, que consiste de tres diferentes piedras: el grafito, jade y roca volcánica.
Los arqueólogos se muestran muy interesados en esa composición debido a que resulta muy difícil, casi imposible, unir las tres piedras; sin embargo, coinciden al señalar que la imagen de la Virgen tiene características de todas ellas.

Se tienen investigaciones que en esa época no había grafito en Costa Rica, sólo en Europa, mientras que en el Viejo Continente no se contaba con las otras dos rocas. Con base en esa realidad, se podría concluir que nuestra Santa Patrona tiene características de los dos continentes. Es de 20 cm de alto, le llaman la Negrita pese a que su verdadero color es un gris-verduzco.

Los rasgos de la Virgen son de mestiza, ella ve hacia el frente mientras que su Hijo la ve directamente a los ojos y con su manita le toca el corazón.

Su trono

La Iglesia se fue levantando con el aporte de los pobladores, muchos de los cuales tenían fincas de cacao.

Para 1777 se inicia la elaboración del altar actual, razón por la cual se encuentran las tallas con estilizadas hojas rodeando una talla de mazorca de cacao grande y debajo de esta una incipiente o en crecimiento.

A los dos lados están tallados unos canastos de frutos que son una alegoría a la abundancia de favores, milagros y alimento para sus feligreses.

La cúpula es, en realidad, una enorme corona en la que se ve el anagrama de la Virgen María y cuyo remate final lo es la imagen de San Miguel Arcángel, quien vence al demonio.

Resplandor de oro

“Apareció en el cielo una gran señal, una mujer vestida de oro con doce estrellas sobre su cabeza y la luna bajo sus pies” (Apocalipsis 12, 1).

Algunos coinciden que esa narración describe a la Virgen María asunta al cielo en cuerpo y alma. Es por ese motivo que la Familia del Valle, los joyeros personales de la Virgen, le construyeron un trono muy especial.

Es todo en oro con piedras preciosas, la mayoría donadas por fieles agradecidos por un favor. En total, la estructura mide un metro de alto. Es fácilmente observable que nuestra Santa Patrona cumple con la descripción del Apocalipsis.

En el punto más alto del resplandor sobresale el pectoral (cruz que usan los obispos sobre su pecho) que donó el arzobispo de San José, Monseñor Otón Castro.

En la base de la estructura se colocó el escudo de Costa Rica que fue un regalo del entonces mandatario, Daniel Oduber.

Al emblema nacional se le agregaron algunos anillos que donó Monseñor Rodríguez para recordar a su madre en la Imagen de la Negrita.

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